El abuso de un mito by Daniel Reigosa
Año: 1955
Duración: 115 min.
País: Estados Unidos
Director: Elia Kazan
Guión: Paul Osborn (Novela:
John Steinbeck)
Música: Leonard Rosenman
Fotografía: Ted McCord
Reparto: James Dean, Raymond
Massey, Julie Harris, Dick Davalos, Jo van Fleet, Burl Ives
Productora: Warner Bros.
Pictures
Estamos en 1955, año cumbre en Hollywood. Nace (y muere) una estrella, James Dean. Tres películas, dos de ellas estrenadas en ese año, y la tercera (Gigante) al año siguiente. Dean murió al finalizar el rodaje de esta última. En un año, nacimiento, explosión y muerte de un estella.
Con esa
historia es fácil que se mitifique cualquiera de las tres películas que
interpretó el joven actor prodecente del Actor´s Studio (fundado por Elia
Kazan). Al Este del Edén (East of Eden, 1955) dirigida por Elia Kazan, fue su
primera película y la que le lanzó al estrellato ya que, hasta entonces, sólo
contaba con fugaces apariciones en series de televisión y papeles en cine como
figurante.
Las
obras de John Steinbeck han sido fuente inagotable de guiones en el cine, de
algunas han surgido películas magistrales como Náufragos de Hitchcock o Las
Uvas de la Ira de Ford. Sin embargo, otras adaptaciones, como Al Este del Edén,
me parecen mucho más flojas y poco profundas.
La
cinta expone las intensas y complejas relaciones familiares de un padre (Adam
Task) con sus dos hijos (Aron y Cal), que han tenido que vivir sin el apoyo
crucial de una madre. La lucha del bien y el mal entre los hermanos -al más
puro estilo de Caín y Abel-, entra en conflicto con su padre y la novia del
hermano bueno (Aron), mientras que el hermano malo (Cal) descubre algo que le
hará replantearse su existencia y cambiar totalmente su personalidad.
La
película de Kazan pierde interés a medida que avanza la película, ya que
depende demasiado del personaje principal (el hermano malo Cal Task),
interpretado por un sobreactuado Dean. Me sobran muchos primeros planos en los
que Dean abusa de la cámara y de los registros para conmover al espectador: caídas
de ojos, sufrimiento, giros de cara….La película entera es un abuso del
personaje de Cal, un sufrimiento contínuo, mal orientada a mi modo de ver, ya
que se convierte en totalmente previsible.
En resumen, la película sirve para contemplar el pavoneo personal de James Dean, ver algunas escenas míticas del cine de Hollywood y corroborar que,
cuando quiere, Kazan tiene un dominio técnico interesante (sirva como ejemplo
la genial escena de la charla entre padre e hijo mientras este último se
balancea en un columpio). No se trata de una mala película, pero me esperaba
mucho más del director de Un Tranvía Llamado Deseo y, sobre todo, La Ley del
Silencio.
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