jueves, 27 de junio de 2013

El hombre de acero (Man of Steel, Zack Snyder, 2013)




Título original: Man of Steel (Superman) | Año: 2013 |  Duración: 143 min. |  País: Estados Unidos |  Director: Zack Snyder |  Guión: David S. Goyer (Historia: David S. Goyer, Christopher Nolan) |  Música: Hans Zimmer, Junkie XL |  Fotografía: Amir Mokri |  Reparto: Henry Cavill, Amy Adams, Russell Crowe, Michael Shannon, Kevin Costner, Laurence Fishburne, Diane Lane, Ayelet Zurer, Christopher Meloni, Richard Schiff, Antje Traue, Jadin Gould, Tahmoh Penikett, Michael Kelly, Dylan Sprayberry, Harry Lennix | Productora: Coproducción USA-Canadá-Reino Unido; Warner Bros. Pictures / Legendary Pictures / Atlas Entertainment



Tortura Visual by Daniel Reigosa

La era digital ha cambiado la manera de consumir cine, es inevitable e innegociable. Con toda esta "nueva" tecnología debe ser complicado no caer en la tentación de ofrecer al público toda una orgía de sonidos e imágenes tridimensionales en cada película para compensar la incesante y preocupante falta de historias. Artificios contra el aburrimiento.

Por otro lado, si algún género cinematográfico ha dominado prácticamente todo el siglo XXI, con permiso de las manidas comedias románticas, es el de los superhéroes. Tras años de explotación de este tipo de historias uno debería suponer una cierta madurez del género, sin embargo la realidad es muy distinta -exceptuando algunos ejemplos como Los Vengadores (The Avengers, 2012) o El Caballero Oscuro (The Dark Knight, 2008)-. 

Estos dos factores -superhéroes y nuevas tecnologías- pueden resultar peligrosos en manos de un director amante de los artificios como Zack Snyder, responsable de haber llevado a la gran pantalla las adaptaciones de los cómics 300, The Watchmen o Sucker Punch. Si estas películas (de título homónimo a los cómics) ya se caracterizaban por ser planas adaptaciones con personajes vacíos, aunque gozaron de un enorme éxito comercial, poco podíamos esperar del regreso a la gran pantalla del superhéroe por excelencia. Lo único que nos incitaba a albergar algo de esperanza era la presencia de Christopher Nolan -algo así como el nuevo Rey Midas del cine americano- tanto en el guión como en la producción. Nolan también es un amante de los artificios pero, a diferencia de su colega Snyder, suele proponer algo diferente e interesante al espectador.

El Hombre de Acero (Man of Steel, 2013) pretende desvincularse por completo de sus precedesoras, empezando por eliminar la magnifica BSO que en su día creó John Williams (se echa mucho de menos) sustituyéndola por otro gran compositor actual, Hans Zimmer, aunque de manera más abusiva y omnipresente. Le sigue la remodelación del traje, uno de los pocos aciertos de la película (aunque se echa de menos un tono más azulado) ya que, hay que reconocerlo, el traje original, aunque lleno de color, parecía sacado de una tienda de disfraces de todo a 100. El nuevo uniforme parece acorde con un personaje de tal entidad y, en un alarde de coherencia, también es usado (un traje similar) por los villanos de la película, que no son otros que el General Zod y sus secuaces.

Pero tal es el grado de desvinculación que pretende establecer la película, que elimina por completo las virtudes que en su día atesoraron las películas de los ochenta. Mientras el Supeman de Richard Donner, interpretado por un inolvidable Chistopher Reeve, poseía esa calidad humana en su versión mortal (Clark Kent), rebosaba humor y tensión sensual (y sexual) con su compañera de aventuras Lois Lane, la nueva versión de Snyder propone un personaje plano, completamente alienígena y en el que la intrépida Lois es sustituida por una suerte del Robin de Batman (personaje odiado donde los haya). La búsqueda de identidad del nuevo personaje, algo característico de los filmes que llevan el sello de Nolan, parece abusiva y la vez superficial. Lejos queda la crítica al comportamiento humano propuesto por Donner, por medio del alter ego del héroe, que se muestra frágil y manipulado frente a la fuerte personalidad del superhéroe alienígena (aunque se ha potenciado de manera explícita y semiótica el vínculo religioso con la historia de Jesucristo).

Otro elemento eliminado en la nueva versión del hombre de acero es la sensación de volar que proponían las películas clásicas, algo con lo que hemos crecido la generación que pudimos ver alguna (aunque fuese la cuarta) en las salas de cine. El Superman de Snyder es supersónico, no planea, no deja esa sensación fantástica de libertad (en el recuerdo queda la escena en la que Superman lleva por primera vez a Lois por los cielos de Metrópolis).

Man of Steel peca de grandilocuente desde la primera escena, con una saturación de imágenes, música y planos por minuto (he llegado a contar en varias escenas más de un plano por segundo) que se hace cada vez más insoportable a medida que avanza la historia.   La película, en su primera hora, intenta narrar la historia de cómo Superman llegó a la Tierra tras escapar de la destrucción de Krypton, su planeta natal. Por medio de flashbacks (totalmente repetitivos y redundantes) el director nos va descubriendo la difícil infancia del niño Kent. El guión, que Nolan firma pero en que Snyder siempre tuvo la última palabra (como el discutido final que no revelaremos), peca de enrevesado y embarullado y no fluye con naturalidad. En la segunda hora, el director propone un espectáculo pirotécnico artificioso que acaba por descentrar al espectador, sacándolo definitivamente del filme. El exceso de épica en todas las acciones del superhéroe de la capa roja redunda en la previsibilidad del filme, y es que cuando todo se traslada al lenguaje de la épica, al final nada acaba siéndolo.

En algunos momentos es inevitable la comparación con la escena de la rehabilitación de Alex DeLarge en La Naranja Mecánica (Clockwork Orange, 1978) en la que se le obliga a ver un sinfín de imágenes mientras una siniestro artilugio le impide parpadear. El problema es que aquí el espectador representa el personaje creado por Kubrick e interpretado por Malcolm McDowell y Zack Snyder hace las veces de torturador. 

Se echa de menos a Mario Puzo (guionista de la película del 1978), a John Williams, a Donner y, sobre todo a Christopher Reeve (ya que el anabolizado Henry Cavill no da la talla y se queda a años luz del malogrado actor neoyorkino) y eso, en una adaptación en la que la tecnología debería funcionar a su favor, es un pecado. De hecho, esta película incluso convierte en más que respetable la propuesta continuista de Bryan Singer -Superman Returns (2006)- ya que ésta, por lo menos, pretendía contar una historia. 



lunes, 17 de junio de 2013

Dr. Horrible's Sing-Along Blog (Joss Whedon, 2008)



Productos de una sociedad viciada by Daniel Reigosa





Título original: Dr. Horrible's Sing-Along Blog | Año: 2008 | Duración: 45 min. | País: Estados Unidos | Director: Joss Whedon | Guión: Joss Whedon, Maurissa Tancharden, Jed Whedon, Zack Whedon | Música: Jed Whedon, Joss Whedon | Fotografía: Ryan Green | Reparto: Neil Patrick Harris, Nathan Fillion, Felicia Day, Simon Helberg | Productora: Mutant Enemy Productions

Cuando uno se enfrenta a una obra del polifacético Joss Whedon (director, autor de cómics, guionista, compositor) sabe de antemano que la originalidad, la creatividad, el humor con un cierto toque friki y absurdo, la calidad y el compromiso con el espectador estarán presentes. Lo ha demostrado tanto con proyectos ambiciosos como Los Vengadores (The Avengers, 2012), con series de culto como la magnífica Firefly (2002-2003) o con proyectos más modestos como esta Dr. Horrible´s Sing-Along Blog (2008) que nos ocupa.

Esta miniserie se nos presenta como una especie de musical absurdo con un fracasado supervillano de protagonista, Dr. Horrible (Neil Patrick Harris, How I Met Your Mother), que contesta cartas de seguidores en un videoblog (motivo principal de sus fracasos) y que necesita hacer méritos para entrar en la Malvada Liga del Mal, dirigida por el maligno Caballo Loco (genial la aparición de éste). Pensada en sus inicios para su distribución en la red, surge como respuesta a la huelga de guionistas que durante el bienio 2007-2008 azotó la industria cinematográfica norteamericana y que, todo sea dicho, contribuyó de manera notoria a la inyección de calidad que experimentaron las series de TV estadounidenses. Whedon rueda ente amigos, con un bajo presupuesto, un producto sólido que sirve como prueba fehaciente de que el dinero no es condición sine qua non de la calidad.

Ante la avalancha de megalómanas superproducciones de superhéroes que arrasan las carteleras desde el 11-S, esta comedia en tres actos se alza como una antítesis, una sátira profunda sobre la hipocresía y el papanatismo de la sociedad americana (y por extensión el resto de sociedades occidentales), recalcando la vulnerabilidad actual de valores y la aceptación colectiva de un discurso fácil y digerido, promovido en parte por los mass-media, evitando así una necesaria reflexión ante lo que nos rodea. Cuestiona también la presunción automática de valores clásicos en la figura del superhéroe (los buenos), es decir, justicia, desinterés o humildad, denotando así la peligrosidad e invalidez de los juicios y prejuicios prematuros.

La historia es sencilla y llena de contrapuntos con las películas de superhéroes. El primer contrapunto está, inevitablemente, en centrar en el personaje del villano todo el peso narrativo del relato. Se trata de un supervillano atípico: con alter ego (el sensible Billy); provisto de ayudante (un misterioso hombre cuyo poder es la asombrosa capacidad de sudar mucho, que sirve como ácido reproche al “vale todo” en la cultura de los superpoderes); enamorado de una chica normal, Penny (Felicia Day, Buffy Cazavampiros); y al que se le pueden atribuir cualidades más bondadosas que a su Némesis, el Capitán Hammer (Nathan Fillion, Firefly), un superhéroe sin alter ego, interesado y tremendamente vanidoso. Dr. Horrible lo define como “herramienta corporativa”, en un claro ataque al uso de este tipo de personajes, en la industria cinematográfica actual.

El segundo contrapunto lo encontramos en el propio elemento formal del relato. Se trata de un musical con canciones no carentes de humor absurdo (este tipo de comedia la desarrollarán posteriormente de manera magistral los Flight of the Conchords) y repleto de una buscada sensación de “cutrerío” frente a las adineradas y tridimensionales superproducciones hollywoodienses.

El último contrapunto lo encontramos en el magnífico final, ya que no se trata del clásico “final feliz” -a pesar de que Dr. Horrible parece conseguir su propósito-, ya que en el último plano se puede observar la tremenda infelicidad del personaje. No siempre alcanzar tus metas profesionales lleva asociado una sentimiento de plenitud, como se nos quiere hacer ver desde, por ejemplo, el mundo publicitario.

En resumen, una ácida sátira sobre la sociedad actual y su entorno, disfrazada de musical absurdo de superhéroes, con unos personajes genialmente compuestos e interpretados, que sorprende por conseguir su objetivo con una duración tan limitada (consta de 3 actos de 15 minutos cada uno). Muy recomendable.

Podéis verla subtitulada en español pinchando


martes, 11 de junio de 2013

Ser o no ser (Ernst Lubitsch, 1942)






Título original: To Be or Not to Be | Año: 1942 | Duración: 99 min. | País: Estados Unidos | Director: Ernst Lubitsch | Guión: Edwin Justus Mayer (Historia: Melchior Lengyel) | Música: Werner R. Heymann | Fotografía: Rudolph Maté (B&W) | Reparto: Carole Lombard, Jack Benny, Robert Stack, Stanley Ridges, Felix Bressart, Lionel Atwill, Sig Ruman, Tom Dugan, Charles Halton, George Lynn | Productora: Romaine Film / Alexander Korda|


La duda universal
“Ser o no ser: esa es la cuestión”, planteaba Shakespeare en boca del Príncipe Hamlet en el ultra famoso soliloquio. Hamlet pronuncia estas palabras tras la visión del fantasma de su padre, que le revela que había sido asesinado por su propio tío, en complot con su madre tras haberle sido infiel. Hamlet se cuestiona así el SER, cumplir su venganza y matar a su tío, lo que le convertiría en asesino; o el NO SER, es decir, no hacer nada.

Tras el visionado de la magnífica película dirigida por Ernst Lubitsch, Ser o no ser (To Be or Not to Be, 1942), queda claro que el título no está escogido al azar. En el filme del director berlines tienen cabida las infidelidades, las tramas de asesinato y los engaños. Los personajes, cuidadosamente tratados, también tienen que hacer frente a la duda en sus acciones. El SER implica la toma de decisiones, hacer frente a las adversidades, es el paso que deben dar los valientes. Y en este caso los valientes son una compañía de teatro, la última esperanza de la resistencia para acabar con un respetado profesor polaco (Prof. Siletsky, interpretado por Stanley Ridges) que decide traicionar a su pueblo y colaborar con los nazis, tras la repentina (y sorpresiva) invasión de Polonia por parte de las tropas del Führer.

Heil Myself!
La película, en un brillante inicio cargado de ironía y humor, comienza su narración en la apacible vida de la Polonia pre-invasión, centrándose en los personajes de una compañía de teatro liderada por Joseph y Maria Tura (Jack Benny y Carole Lombard) que, casualmente, están ensayando “Gestapo”, una obra de teatro crítica con el nazismo. Cabe destacar de este inicio el fantástico momento en que el actor que representa el papel de Hitler, grita “Heil Myself!” al responder al saludo convencional nazi de “Heil Hitler”, desvelando el director el tono que va a ir adquiriendo la película.

La invasión polaca y la aparición de un joven piloto enamorado de María Tura y que sospecha de los oscuros planes del Prof. Siletsky, provocará que los actores de la compañía teatral se revelen como parte clave para el éxito de la resistencia polaca. A partir de este momento, la película se articula como una ingeniosa sátira antinazi, en la que el guión fluye como pocas veces se ha visto en el cine. Una maquinaria perfecta donde todas las escenas son necesarias y los chistes se suceden de manera magistral. Lubitsch se atreve con todo: el régimen disciplinario y totalitario, la cadena de mando, la propaganda con mensaje e incluso con la figura del propio Hitler.

La película está repleta de ironías, dobles sentidos y el característico “toque Lubitsch”, utilizando el ingenio para dejar entrever las insinuaciones sexuales de los personajes, esquivando así la tijera de la censura americana.



Arriba el telón
El teatro se convierte aquí en una constante metáfora de la vida, reflejando el día a día e incluso la muerte (el Prof. Siletsky muere en el escenario cuando se levanta el telón). En un continuo juego de repeticiones, el director alemán anticipa las reacciones de los personajes mediante la representación de los actores de la compañía, dejando en el aire la reflexión de que somos actores de nuestra propia vida.

Lubitsch también saca tiempo para satirizar un mundo que conoce bien, el de los egos y excentricidades de los actores y la pérdida de importancia y respeto a la figura del director. El vanidoso Joseph Tura es el conejillo de indias que usa el director para desahogarse y se encarga de dejar claro que el actor es sólo una parte más del engranaje final. Por el contrario, los secundarios se vuelven a erigir en parte importante de las películas de Lubitsch, destacando principalmente Greenberg (Felix Bressart) mediante el cual el director expresa las ambiciones de la clase media, en este caso la representación del monólogo de Shylock.

La escena final (nuevamente en el teatro) arroja una moraleja un tanto pesimista con el ser humano: la vida (el teatro) continúa mientras que las personas raramente cambian. Ernst Lubitsch firma una obra maestra, que parece más fresca cuánto más años tiene y que cada visionado aporta nuevos descubrimientos.

Daniel Reigosa

lunes, 3 de junio de 2013

En Otro País, Hong Sang-soo (2012)

De paragüas, botellas de soju y un pequeño faro by Daniel Reigosa






Nota VOSP: 8,5/10

Título original: Da-reun na-ra-e-suh (In Another Country)   Año: 2012   Duración: 89 min.   País: Corea del Sur   Director: Hong Sang-soo   Guión: Hong Sang-soo   Música: Jeong Yongjin   Fotografía: Jee Yunejeong, Park Hongyeol   Reparto: Isabelle Huppert, Yu Jun-Sang, Moon So-Ri, Jung Yu-Mi, Yoon Yeo-Jung, Moon Sung-Geun   Productora: Jeonwonsa Film Co.

Hemos tenido que esperar un año para que En otro país, la película del director Hong Sang-soo se estrenase en España tras su paso por el festival de Cannes de 2012. De hecho se trata de la primera película del director coreano que llega a las carteleras españolas -sin duda uno de los grandes olvidados del panorama actual-, que viene avalada por la presencia de la actriz francesa Isabelle Huppert.

Hong Sang-soo propone un divertido juego de repeticiones e interacciones al espectador con esta película. A través de los guiones que escribe una chica en una habitación de un hotel, el director nos propone tres historias con varios elementos comunes entre ellas: objetos materiales (botella de soju, paraguas), personajes (socorrista, la chica del hotel), diálogos y planos. En todas ellas la historia se inicia con la llegada a un pequeño pueblo pesquero coreano de una mujer francesa llamada Anne (magistralmente interpretada por Isabelle Huppert).

Las historias fluyen al ritmo al que escribe la joven guionista, incluso rectificando ideas sobre el papel (como la escena de la segunda historia que transcurre a la orilla del puerto mientras Anne espera a su amante) y utilizando elementos de su entorno, como el hotel o su propia madre.
Al director coreano le hacen falta pocos recursos, pero muy bien escogidos, para definir a sus personajes (especialmente Anne). El uso de la climatología, la vestimenta o la interacción con los elementos comunes (interrelacionados en todas las historias), bastarán como elementos narrativos y definitorios de la personalidad de los personajes en cada historia.

Anne pasa de ser una directora bohemia e independiente (con una ropa elegante y sofisticada) en la primera historia, a una vivaz, ingenua e infiel esposa en la segunda (con un sensual vestido rojo), para acabar siendo una mujer despechada, en crisis y consentida (con un vestido de color triste).
Resulta magistral el uso del personaje del entrañable socorrista (siempre con la misma indumentaria, potenciando la idea de personaje invariable en las tres historias), cuyo encuentro con Anne (siempre de la misma manera) servirá al director (en la piel de la joven guionista) para experimentar con el personaje de Anne, poniéndola a prueba, observándola cuidadosamente y provocándole diferentes reacciones, en una especie de catarsis emocional.

Junto a todo este puzzle atemporal, construido meticulosamente, el director saca tiempo para hacer una profunda reflexión sobre la fragilidad de las relaciones personales, condimentada por la dificultad de entablar una relación amorosa (aquí el idioma), los celos o la búsqueda de la espiritualidad.


En definitiva, una película divertida, bien construida y estructurada, en apariencia simple pero de enorme complejidad, que supone un reto al espectador (preocupado por encontrar los elementos comunes en cada historia) y que refuerza la idea de necesidad de búsqueda constante del placer (aquí un pequeño faro). Maravillosa.