miércoles, 14 de septiembre de 2016

Nubes cotidianas, 6: Naruse mudo. Primeros esbozos de un estilo


La etapa muda del director japonés revela un Naruse experimental con el medio cinematográfico que busca una forma propia de expresión, como suele pasar en toda primera etapa de cualquier director reconocido que se precie. Las primeras películas se desarrollan en un estilo más agresivo al que nos acostumbrará años más tarde, en una amalgama de formas y temáticas a las que irá dotando de coherencia fílmica con el paso del tiempo. No obstante estas impresiones están claramente sesgadas dadas las lagunas existentes en su filmografía, al contar tan solo con cinco películas conservadas de esta primera etapa sin sonido, de las más de veinte realizadas.

De hecho, dentro de las películas visionadas se percibe también una evolución en su estilo, cada vez más depurado y libre de tramas accesorias. Si en Ánimo, Hombre se podía observar a un Naruse con un alto nivel de experimentación formal, en una obra un tanto incoherente y manierista, en su cuarto título conservado Sueños Cotidianos, con más de veinte películas (la mayoría cortometrajes) a sus espaldas, encontramos a un Naruse más cercano al que conocimos en sus obras de madurez, más minimalista tanto en la narrativa, demasiado abigarrada hasta entonces, como en las formas. 

lunes, 22 de agosto de 2016

Nubes cotidianas, 5: Callejón sin salida (Kagirinaki hodo, 1934)


(por Mario Iglesias)

Llegamos al final de la época muda en la larga y fecunda carrera de Mikio Naruse con Callejón sin salida, realizada en un año insólitamente poco prolífico en su filmografía, el de 1934, en el que solo tenemos noticia de esta película, frente a las diez que se reparten simétricamente entre 1933 y 1935. El progresivo giro hacia una narración más calmada y hacia la atenuación de los sobresaltos de cámara se confirma en este nuevo largometraje, en el que también hay una cierta moderación argumental y desaparecen la prostitución y los peligros de muerte en los que se había recreado en las cuatro películas antecedentes de este ciclo.

Aun así, Naruse no puede evitar incluir un atropello en la trama principal y aunque se trate de un atropello rodado con menos aparatosidad que en sus anteriores películas y la protagonista, Sugiko, consiga una rápida recuperación, debemos resaltar la maestría de la secuencia, en la que utiliza planos muy cortos y culmina con el primer plano de un solitario bolso tirado en el asfalto. 


jueves, 4 de agosto de 2016

Nubes cotidianas, 4. Sueños cotidianos (Yogoto no yume, 1933)





En el momento de filmar Sueños Cotidianos, Mikio Naruse llevaba ya tres años haciendo películas y, con casi una veintena de títulos a sus espaldas se puede apreciar una evolución, no ya solo de sus tramas principales, sino también de su estilo, cada vez más depurado, recurriendo cada vez en menos ocasiones a los montajes frenéticos característicos de sus primeras obras. No obstante, en esta película aún se pueden observar los intensos movimientos de cámara en las escenas de mayor dramatismo o algunos close-ups innecesarios que resaltan la expresividad de sus personajes.

Sueños cotidianos presenta un tono decididamente más profundo que sus películas anteriores. En ella se narra la historia de Omitsu (Sumiko Kurishima), una madre soltera que trabaja como geisha en un puerto para poder mantener a su hijo Fumio (Teruko Kojima). Cuando su marido (Tatsuo Saito) vuelve tres años después de que los abandonó, amenaza con romper el equilibrio que Omitsu ha creado. Estamos en el Japón de la Gran Depresión, donde los efectos del desempleo se hacen más presentes, una situación que obliga a Omitsu a mantener su odiada profesión, con las esperanzas puestas en el futuro de su hijo.

lunes, 11 de julio de 2016

Nubes cotidianas, 3: Lejos de ti (Kimi to wakarete, 1933)



(Por Mario Iglesias)

La tercera película -segundo largometraje- de la carrera de Mikio Naruse que estamos en condiciones de comentar, Lejos de ti (1933),  adquiere un tono decididamente menor, insistiendo en algunas de las más discutibles opciones estéticas que había apuntado en las dos anteriores obras disponibles, aunque debemos destacar la aparición, por primera vez en este ciclo (no diremos en su filmografía por la cantidad de películas suyas que se han perdido), del tema de la prostitución femenina, que tanto marcará su obra y la de su compañero de generación Kenji Mizoguchi.


lunes, 13 de junio de 2016

Nubes Cotidianas, 2: La hija adoptiva (Nasanunaka, 1932)




De las múltiples películas mudas realizadas por Mikio Naruse, tan solo cinco se han conservado con el tiempo, todas ellas recogidas en el DVD Silent Naruse dentro de las Eclipse Series publicadas por The Criterion Collection, todavía sin edición en España. La hija adoptiva es, por tanto, la segunda de estas cinco películas, que suponen un importante testimonio de los inicios de este imprescindble director.




Naruse vuelve a demostrar en este film un estilo estético atrevido, algo que será común en su primera etapa como realizador, caracterizado por las experimentaciones en el montaje y los acercamientos y giros bruscos de cámara –que hacen las veces de improvisados zooms- para hacer hincapié en las escenas más dramáticas.

jueves, 2 de junio de 2016

Nubes cotidianas, 1: ¡Ánimo, hombre! ( Koshiben gambare, 1931)

Texto escrito por Mario Iglesias


Según la base de datos de imdb.com (la más fiable para estos casos), Mikio Naruse rodó un total de 92 películas, en una carrera que se extendió desde 1930 hasta 1967. Como es habitual en el cine japonés anterior a 1945, buena parte de las obras que el cineasta tokiota rodó desde sus comienzos hasta el fin de la II Guerra Mundial están hoy desaparecidas, pero se conservan una nada despreciable porción de su obra, en una cantidad que sobrepasa las cuatro decenas y que de momento no concretamos porque no parece estar cerrada (el festival de San Sebastián pareció fijar la cifra en 40, pero internet ha propiciado algunas reapariciones). 





lunes, 30 de mayo de 2016

Nubes cotidianas. Un ciclo de Mikio Naruse




(Texto introductorio escrito por Mario Iglesias)


Una de las formas de ilustrar la ya tópica argumentación (que creemos cierta) de que el exceso de información no implica conocimiento es mediante la contradicción que implica que ciertos cineastas se sigan hoy en día considerando olvidados o postergados y que, a su vez, podamos acceder a copias en buena calidad de la mayor parte de su filmografía. Las películas están ahí, pero no hay tiempo para verlas y menos para analizarlas; en la práctica, se perpetúa el olvido porque la sobreabundancia de oferta cinematográfica es tal que parece inhibir cualquier intento serio de profundizar en cualquiera de estos autores.